01.12.2014 12:43

La calle no es para mi

La manifestación más extrema de la exclusión social son las personas sin hogar. La crisis, la falta de empleo, los desahucios, hace que esta cifra no deje de crecer.  Según la última encuesta del INE realizada en 2012 hablamos de casi 23.000 personas en toda España, lo que supone un incremento del 5% en relación a la última encuesta realizada por el mismo organismo en 2005. Tenemos que tener en cuenta que estas cifras no son exactas y que las personas sin hogar podrían ser cerca de 40.000.

El Ayuntamiento de Madrid, en su último recuento de personas que pernoctan en la calle, realizado en diciembre del 2012 habla de 2.041 personas viviendo en la calles de la capital.

Estos datos no son simplemente cifras o estadísticas. Estos datos son PERSONAS, como tú y como yo, con su historia de vida, con su pasado, pero también con un futuro. Un futuro que será posible si generamos políticas de inclusión social y garantizamos unos derechos básicos que deberían ser accesibles a todas las personas en nuestra sociedad, como es el derecho a un trabajo o a una vivienda digna

En este colectivo   se encuentran   personas con  unas características muy amplias y heterogéneas, donde concurren diferentes niveles de desestructuración social. En algunos casos pueden aparecer a su vez problemáticas añadidas, principalmente de salud mental o adicciones.

En los últimos años se ha incrementado notablemente el número de personas a los que la crisis socioeconómica ha dejado fuera del mercado laboral; parados de larga duración y parados con baja cualificación. Desapareciendo posibles nichos de empleo para estas personas (construcción, agricultura y hostelería). Todo ello agravado por la falta de vínculos estables, tejido social y redes de apoyo familiar o informales.

El trabajo de la Fundación Luz Casanova

En lo que llevamos de año, más de 1.000 personas han pasado por el Centro de Día-Comedor Social Luz Casanova, en un principio para cubrir una necesidad tan básica como es la alimentación. Una vez que acceden al recurso pueden hacer uso de todas las instalaciones y servicios que ofrecemos, así como iniciar procesos de recuperación personal con el objetivo de volver a “normalizar” su situación en la sociedad.

Para ello contamos con un equipo de profesionales, trabajadores sociales y educadores que les acompañan durante todo el proceso, así como un amplio número de voluntarios que ofrecen sus conocimientos impartiendo diferentes talleres como son el yoga, las manualidades o la informática orientados a la recuperación de competencias personales, sociales y laborales.

Poniendo rostro a las cifras

Francisco tiene 53 años y ha trabajado como vigilante jurado. También en la construcción. Tenía un piso de alquiler y una vida normal, pero hace tres años empezó a consumir cocaína. Su pareja le dejó y también perdió el piso porque el dinero se lo llevaba la cocaína. Así empezó su deterioro hasta que sus hermanos le buscaron una ayuda, primero con un psiquiatra y luego con psicólogo. Estuvo ingresado  en un centro de desintoxicación durante seis meses.  Salió y continua limpio. La cocaína ya es historia para Francisco.

Ha pasado por varios albergues porque” la calle no es para mí” me dice, “La calle es muy dura, te deteriora mucho. Yo no puedo sobrevivir en la calle” . En estos momentos duerme en el albergue de San Juan de Dios y come y pasa el día en el Centro de Día Luz Casanova.

Es un usuario activo de  internet y  utiliza los ordenadores del centro  para buscar trabajo. En San Juan de Dios le pagan el bono de trasporte para que se pueda mover y hacer una búsqueda activa de empleo.

“Soy una persona muy activa y me gusta devolver parte de lo que me dan”. Francisco hace de voluntario en el comedor, lavando platos, sirviendo comidas, aportando su trabajo para que otros usuarios y usuarias también puedan recibir su plato de comida cada día.

Tiene cotizados a la seguridad social 28 años y cree que pronto podrá acceder a una ayuda para mayores de 55 años, pero “yo no quiero pensar en eso,  lo que yo quiero es un trabajo”. Añade que él no sé ve cobrando un dinero y sin hacer nada en todo el día. “Soy una persona muy activa” repite en más de una ocasión

Está muy agradecido al Centro y especialmente a Rosario, a quien ve como una madre. “Me puede pedir lo que quiera que yo no la puede negar nada. No sólo para mí sino para todos los que acudimos al Centro es como una madre”.

Cuando piensa en el futuro, se ve trabajando nuevamente, no quiere vivir de ayudas ni subvenciones,  y recuperando lo que antes tenía.  

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